En las ciudades actuales cada vez es más difícil encontrar un bloque de viviendas en el que los habitantes compartan algún tipo de espacio, y esto se debe a la pérdida de conciencia sobre la función del bloque de viviendas. Las zonas comunes de una edificio de vivienda son espacios minados, espacios en los que es incomodo estar, lugares no considerados útiles. Esta mentalidad viene dada por la disminución del tamaño de estos espacios, y la imposibilidad de poder utilizar dichos espacios. Dado al valor actual del suelo, las promotoras se centran únicamente en construir el máximo m2 de suelo útil, creando espacios comunes diminutos, y fomentando el distanciamiento social.
Un ejemplo de distante al bloque de vivienda actual son los edificios del Arquitecto holandés Herman Hertzberger, un buen ejemplo de la importancia de las zonas comunes en una vivienda. En estas viviendas los pasillo de entrada no se utilizan para comunicar la calle y la casa, se utilizan como parte de la vivienda, por lo que las personas se apropian de estos espacios con el simple gesto de sacar sus muebles.
El futuro de la vivienda es muy difícil de prever, pero lo que sí está claro es que no podemos valorar únicamente los m2 útiles de las viviendas, tendremos que entrar a valorar, los servicios, los espacios comunes.. entendiendo que los bloques de vivienda son organismos vivos que podemos transformar para expandir nuestras viviendas.
Para lograr viviendas más flexibles y ricas tenemos que entender que la mirada no tiene que estar puesta únicamente en el interior, tenemos que levantar la cabeza y mirar al exterior, mirar qué funciones le tenemos que pedir a las zonas intermedias entre la calle y la casa, empezar a valorar estos espacios como se merecen.